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O CORRESPONDENTE

Os melhores textos dos jornalistas livres do Brasil. As melhores charges. Compartilhe

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O CORRESPONDENTE

13
Dez19

El Gobierno Bolsonaro camina hacia el abismo

Talis Andrade
 

 

Sputnik (Rusia)

 

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Cada vez hay más preocupación en los círculos financieros internacionales por la suerte del presidente brasileño Jair Bolsonario y sus reformas debido a la conjunción de turbulencias políticas en la región y en su propio país.

La preocupación se relaciona con los llamados tiempos políticos. Se considera que el primer año de Gobierno es clave para emprender reformas, ya que luego las inercias y las trabas del propio sistema tienden a ser mayores, en particular cuando se avecinan tiempos electorales.

El influyente periódico británico Financial Times, se pregunta si a Jair Bolsonaro ya se le pasó la hora de hacer las reformas que Brasil necesita.

Según el diario inglés, la ventana de oportunidades se produjo entre enero de 2019, fecha en que Bolsonaro asumió la presidencia, y las elecciones municipales de 2020. El periódico se pregunta si el presidente "sucumbirá nuevamente a su hábito perpetuo de decepcionar a los inversores".

Los mercados financieros globales recibieron con euforia al Gobierno de Bolsonaro, lo que se refleja en la impresionante subida de la bolsa (Bovespa), que durante su primer año trepó por encima de los 100.000 puntos, escalando un 30% este año.

Los mercados esperan mucho más de un alumno aventajado de la escuela neoliberal de Chicago. Restan por implementarse la reforma de la administración pública y sobre todo una simplificación del sistema tributario que los empresarios consideran una cuestión irrenunciable, ya que es muy riguroso y burocrático.

Los márgenes del Gobierno brasileño quedaron expuestos cuando el ministro de Economía Paulo Guedes, el más fervoroso defensor de las reformas, admitió la necesidad de frenarlas por temor a un contagio de la situación que vive la región.

En efecto, días atrás, Guedes declaró en Washington que nadie debería sorprenderse si en Brasil hubiera manifestaciones como las que suceden en Chile y su Gobierno reaccionara imponiendo un nuevo Acto Institucional-5. Se trata de un decreto de la dictadura militar que otorgó potestades a las Fuerzas Armadas para cerrar el Congreso y suprimir la oposición.

Uno de los más importantes opositores a esa medida es el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, que implementó un riguroso programa neoliberal en la década de 1990 y es atentamente escuchado por el mercado financiero.

Más aún, ya surgen voces incluso dentro del sistema financiero que dudan de que Bolsonaro vaya a aprobar las reformas que prometió, ya que "como legislador nunca apoyó ese tipo de cambios". En ese sector se extiende el temor de que el pequeño crecimiento que se registra, de apenas el 1% del PIB, luego de años de retroceso, se vea afectado por una política sin rumbo como la que encara Bolsonaro.

En la mencionada rueda de prensa en Washington después de reunirse con Donald Trump, Guedes admitió también que la oleada de protestas en la región llevó a su Gobierno a paralizar las reformas administrativa y tributaria.

Las luces rojas se encendieron en Brasilia cuando estalló la protesta en Chile, considerado el país modelo en la aplicación de medidas neoliberales en la región. Uno de los hijos de Bolsonaro, Eduardo, diputado federal, señaló antes incluso que el ministro de Economía la posibilidad de reflotar el decreto de la dictadura.

Es evidente que existen temores en el Gobierno. Bolsonaro envió al parlamento un proyecto de ley para garantizar la impunidad de los militares, policías federales y agentes de la fuerza nacional durante operaciones que se realicen en el marco de la legislación Garantía de Ley y Orden.

Esto en un país donde los agentes policiales matan impunemente desde hace ya mucho tiempo. Los estudios realizados en el estado de Río de Janeiro, destacan que más del 90% de las muertes provocadas por policías y militares no son investigadas y acaban archivadas por la justicia. Desde que asumió el gobernador bolsonarista Wilson Witzel (de enero a octubre), han sido muertas 1.546 personas, la cifra de letalidad policial más alta desde que existen registros, después de 1998.

La situación en Brasil se encamina hacia el fracaso del Gobierno de Bolsonaro, lo que se traduce en la necesidad de buscar o de crear un enemigo interno para culparlo de un seguro fracaso electoral. Pero hay algo más.

Lo primero, es que un Gobierno que frena su programa estrella de reformas por temor a un estallido social es necesariamente un Gobierno débil. Las razones de esta debilidad hay que buscarlas en la forma como llegó al poder: una avalancha de votos poco consolidados, arrastrados por promesas imposibles de cumplir en una situación de profunda crisis económica, social y política.

Todos los datos indican que el bolsonarismo va quedando reducido a su núcleo duro, alrededor del 30% del electorado. Una cifra muy importante que permite concluir que esa corriente no va a desaparecer, pero que tendrá enormes dificultades para repetir dentro de tres años. Es la debilidad intrínseca de las fuerzas que lidera Bolsonaro lo que provoca deslices como los señalados.

La segunda consiste en que tanto el sistema financiero como el político consideran que la situación regional es explosiva, que luego de lo sucedido en Chile puede suceder cualquier cosa en cualquier lugar y en cualquier momento. Si estalló la ciudadela neoliberal, el oasis, como dijo el presidente Sebastián Piñera, los países con situaciones más delicadas pueden preparase para lo peor.

En Brasil las huestes de Bolsonaro tienen perfecta conciencia de que son una camada de intrusos en el sistema político brasileño, que crecieron de forma geométrica y, sobre todo, que cualquier desliz puede devolverlos a una oposición de la que nunca creyeron que iban a salir. En suma, son oportunistas que medraron en una situación extremadamente crítica.

Creo que tanto la izquierda como la oposición de centro-derecha brasileñas, están domesticando las aristas más filosas del bolsonarismo, cuando aún no ha cumplido su primer año. Lo que aún no sabemos es qué hará la calle. Sería una ironía de la vida que un movimiento que creció cuando millones ocuparon las calles desde el año 2013, impulsadas por la ultraderecha, cayera por la misma medicina que le llevó al poder.
 

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11
Nov19

Fundamentalistas usam o nome de Deus para matar os índios na Bolívia

Talis Andrade

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Luís Camacho, El Macho, chefe da KKK 

 

Os pastores evangélicos de Trump atuaram para mudar a embaixada brasileira em Israel, e estiveram recentemente com Bolsonaram para acertar os ponteiros do golpe na Bolívia, detonado por um movimento terrorista evangélico, que lembra KKK, Ku Klux Klan.

In 247 Denise Assis sobreavisa: "Em momento de tensão no continente, Polícia Nacional de Israel  abre escritório em São Paulo: 

A presença de uma polícia oficial estrangeira atuando no país é esdrúxula e preocupante. Primeiro, pelo momento em que acontece, quando ali ao lado, na Bolívia, Evo Morales é levado a renunciar, sob pena de ter o país torrado em uma onda de incêndios e violências".

(...) Revista Forum estampou em manchete: “Homem de confiança de Jair Bolsonaro” é citado em áudio de opositores que tentam golpe contra Evo na Bolívia - Série de áudios de opositores ao governo Evo Morales revela ainda o apoio "das igrejas evangélicas e do governo brasileiro”, além da articulação com políticos dos EUA e de Israel para "queimar estruturas do partido de governo e atacar também a embaixada de Cuba". Segundo, porque acontece quando o ex-presidente Lula ganha a liberdade e volta a andar pelas ruas, ainda que guardado por seguranças", escreveu Denise.

Opinião idêntica tem Roberto Bueno: "Bolívia acende o sinal de alerta para o Brasil.

(...) Novamente, os Estados Unidos deixaram as suas digitais. Este cenário boliviano deveria ser claramente compreendido pelo campo progressista brasileiro, pois o golpe de Estado contra Evo Morales foi a decidida resposta do imperialismo norte-americano para o resultado das urnas que não lhe interessam. Foi também uma resposta a sua perda eleitoral na Argentina, à resistência vitoriosa de Maduro na Venezuela, e também, em certa medida, à derrota no México imposta pelo moderado López Obrador, mas não menos à deterioração explícita de seus prepostos ideológicos Lenin Moreno no Equador e Sebastián Piñera, no Chile, onde o sangue de tantos e tantos manifestantes agora serviu para finalmente assinar em sua folha de serviços a pecha de ditador, herdeiro dos piores dias de Pinochet de cujo arcabouço alegremente aproveitou e conviveu com seu irmão à testa.

Hoje na Bolívia apenas assistimos os desdobramentos de mais um capítulo das ações norte-americanas na América Latina, história prenhe de patrocínio a elites golpistas de governos populares, extensíssima ficha de desserviços prestados, do qual um exemplo mais foi o golpe de Estado de 2016 contra a democracia brasileira sob a legítima administração de Dilma Rousseff cuja continuidade foi a interdição da virtual candidatura vencedora de Lula em 2018, abrindo as portas para um modelo de extrema direita cuja indiferença com a sua gente se expressa na tentativa de destruição do Estado que serve justamente às necessidades dos mais pobres".

Os evangélicos e pastores de Trump tramaram a queda de Dilma Rousseff, com sermões do beato Salu (Deltan Dallagnol), com os pastores televisivos proprietários de rádios e televisões, com bilhetes golpistas dos generais comandados pelo capitão Bolsonaro: Mourão e Villas-Boas.

Existem pastores fanáticos que quebram imagens de Nossa Senhora da Conceição Aparecida, Padroeira do Brasil, que denunciam o "comunismo" do Papa Francisco, que prendem e arrebentam pais-de-santo e terreiros.

Mas nenhum pastor, até agora, pregou a luta armada, nem comanda milícias como faz Luis Camacho, "El Macho", com uma bíblia na mão, e uma metralhadora na outra. No Brasil, os pastores, imitando Bolsonaro, fizeram arminhas com as mãos.

Fanático religioso, histriônico, corrupto: quem é “Macho” Camacho, empresário que encabeça o golpe na Bolívia

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Camacho lê a Bíblia para milicianos

Por Mariela Fronzosi 

Nodal - A oposição mais virulenta ao governo de Evo Morales na Bolívia está incorporada em um homem que eles chamam de “El Macho”.

Luis Fernando Camacho Vaca é um advogado de Santa Cruz, 40 anos, casado e com três filhos. Ele vem de uma família rica da região e entrou no cenário internacional nas últimas semanas porque se colocou à frente do que ele chama de “processo de recuperação da democracia”.

No entanto, Camacho constrói essa idéia de democracia em paralelo à institucionalidade boliviana: sem ser candidato a qualquer cargo, começou com esse “processo” após a instalação, antes de 20 de outubro passado, quando Morales obteve a maioria dos votos, da possibilidade de fraude eleitoral.

Dentro do Movimento ao Socialismo (MAS), partido oficial, ele é acusado de manipular os fios do golpe de estado para derrubar Evo Morales, que espera validar seu quarto mandato consecutivo depois de perder um referendo a ser reeleito em 2016, mas posteriormente autorizado pelo Tribunal Constitucional por meio de uma decisão de que o atual presidente pode continuar buscando a reeleição indefinidamente, alegando que fazia parte de seus “direitos políticos”.

 

A história do “macho”

Ele nasceu e cresceu em Santa Cruz, uma das áreas mais ricas e poderosas da Bolívia e o departamento em que historicamente vive a maioria da população branca de descendência européia do país.

Após se formar advogado na Universidade Privada de Santa Cruz de la Sierra, concluiu estudos de pós-graduação na Universidade de Barcelona, ​​onde fez mestrado em Direito Financeiro e Tributário.

Seu ativismo começou aos 23 anos como vice-presidente da organização cívica União Juvenil Cruceñista, que embora se defina como “cívica”, foi descrita pela Federação Internacional de Direitos Humanos como “uma espécie de grupo paramilitar” que realiza atos de racismo e discriminação contra habitantes e instituições indígenas da região.

Já em 2015, ingressou no Comitê Cívico Pro Santa Cruz – onde seu pai era presidente entre 1981 e 1983 -, primeiro como segundo vice-presidente e depois como primeiro vice-presidente.

Desde fevereiro de 2019, Luis Fernando Camacho preside a organização que reúne empresas, bairros e entidades trabalhistas da região, onde se encontra a maior parte da oposição ao processo de transformação liderado por Evo Morales desde que se tornou presidente em 2006.

O apelido de “macho” ele ganhou justamente por causa da “coragem” com a qual lidera a campanha contra Morales, a quem acusa de “tirano” e “ditador”.

 

Ao lado de sua vida pública, Camacho é professor universitário e empresário, e com sua família faz parte do Grupo Empresarial de Inversiones Nacional Vida S.A..

As empresas pertencentes a esta corporação operam na área de seguros, gás e serviços. Há rumores de que uma das principais causas de sua amarga oposição ao governo de Morales se deve a milhões de dívidas e perdas relacionadas ao negócio de gás em Santa Cruz.

Por outro lado, ele está envolvido nos Panama Papers com base na criação de três empresas (Medis Overseas Corp., Navi International Holding e Positive Real Estates) para “ajudar pessoas e empresas a esconder suas fortunas em entidades offshore, lavagem de dinheiro e estabelecimento de esquemas de evasão fiscal”, diz um jornal boliviano.

Sua posição sobre isso é negar os fatos e denunciar uma suposta perseguição.

 

Sua cruzada contra Morales

Histriônico e arrogante, com uma oratória exacerbada e uma imagem associada aos ricos brancos do país (que legitima da sua origem burguesa de Santa Cruz), mantém sua popularidade apelando ao número de pessoas que convoca e à proximidade que afirma ter com seus seguidores.

A construção de sua figura em contraste com a origem humilde, camponesa e indígena do Presidente Morales é muito evidente. E, embora se esforce para garantir repetidas vezes que não expressa uma mensagem racista, alguns eventos provam o contrário, como aconteceu durante a marcha das mulheres na quinta-feira, 7 de novembro, em Cochabamba.

Em linha com outros representantes da nova direita regional, como o presidente brasileiro Jair Bolsonaro, Camacho lida com um discurso com uma forte âncora religiosa.

Em cada uma de suas aparições públicas e através das redes sociais, ele incentiva a oração e proclama sua fé em Deus.

Convoca as manifestações no Cristo Redentor e garante uma imagem da Virgem ao seu lado enquanto discursa ao público.

Ele insiste em cada uma de suas mensagens com a necessidade de levar “a Bíblia” de volta ao palácio do governo boliviano, que, segundo ele, foi eliminada pelo MAS.

Isso lhe permitiu alinhar atrás de si todas as forças de direitos clericais e anti-bolivianas, que tiveram expressões homofóbicas e misóginas variadas durante a campanha eleitoral e que procuram criminalizar a homossexualidade e continuam a penalizar o direito ao aborto.

Através das redes sociais e da espetacularização de suas demandas, Camacho ignorou imediatamente o resultado das eleições passadas, convocou um protesto na prefeitura de Santa Cruz e, por meio de votação por aclamação, deu a Morales um prazo de 48 horas para para apresentar sua renúncia.

Paralelamente, se autoproclamou à frente da “unidade” da oposição, obscurecendo até a figura de Carlos Diego de Mesa Gisbert, candidato da coalizão da Comunidade Cidadã que foi o segundo nas eleições de 20 de outubro.

Ele também pediu greve por tempo indefinido e desobediência civil até alcançar o objetivo que havia estabelecido: a renúncia de Evo Morales.

Depois de 48 horas e diante da falta de resposta de Morales, Camacho convocou um novo conselho e emitiu uma carta na qual ele próprio escreve os termos da renúncia do presidente boliviano.

 

O objetivo final

“El Macho” nem sequer está interessado no que a missão da OEA que está auditando os resultados das eleições tem a dizer.

Ele já se manifestou em sua conta no Twitter contra Mesa, acusando-o de ser forçado a apoiar a auditoria internacional, embora mais tarde tenha excluído a mensagem.

Camacho quer convocar novas eleições nas quais Evo Morales não esteja presente. Com um discurso que, apesar de tentar associá-lo à “paz e unidade do povo boliviano”, acaba carregado de racismo, ódio de classe e provocação.

O que ele sonha é com um golpe de estado.

 

 

 

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